Si usted está inmerso/a en la separación de su pareja, la Mediación Familiar es el proceso más adecuado, tanto para usted como para las necesidades de sus hijos, y es la mejor alternativa al largo, doloroso y a veces injusto camino judicial. Mientras que las sentencias dictadas por los jueces solo pueden ser las previstas por la Ley, la mediación familiar se ajusta, como un traje a su medida, adaptándose a las peculiaridades de cada caso, ya que son los propios interesando los que las van construyendo durante el proceso de la mediación.
La mediación familiar es menos costosa, más rápida, pero sobre todo facilita que usted construya el futuro del nuevo orden de su familia. La mediación ofrece la mejor respuesta posible a los conflictos de familia, en los que las partes implicadas necesitan tener una relación posterior.
En las separaciones de pareja, están en juego aspectos emocionales, así como materiales, además de la relación y convivencia en el futuro con los hijos comunes. La Mediación Familiar disminuye la conflictividad futura entre las partes y se acuerdan las mismas medidas legales que afectan a la separación: distribución del tiempo con los hijos, uso de la vivienda, gastos comunes, liquidaciones del régimen económico, etc. finalizando con la firma de un documento de separación que podrá tramitarse judicialmente como separación de mutuo acuerdo evitando el juicio.
El conflicto es natural en cualquier relación humana, y es fundamental que aprendamos a gestionarlo de manera adecuada. La Mediación Familiar se desarrolla con la intervención de un profesional experto en resolución de conflicto, que conduce el proceso pero sin capacidad decisoria, y que mediante técnicas específicas ayuda a las partes a llegar a un acuerdo por sí mismos, un acuerdo beneficioso para todos y especialmente para los hijos comunes; el mediador es imparcial respecto a las partes salvo en la protección de los menores. La labor de la persona mediadora será acompañar a la familia en dificultad, favoreciendo que puedan volver a sentirse capaces de tomar sus propias decisiones utilizando sus propios recursos.
La Mediación Familiar trata de transformar la historia que traen consigo las partes, sus respectivas visiones del problema, en historias donde queden mejor posicionadas; todas las partes deben sentirse legitimadas. El trabajo de la persona mediadora consiste en intentar ayudarlos a hablar y escucharse de forma diferente, para que interactúen de modo distinto y se produzcan cambios que posibiliten la vía del acuerdo. “La magia” de la mediación, consiste en facilitar a las personas que cambien sus percepciones acerca del problema que están viviendo. Y modificar la percepción del problema significa poder mirar desde otro lugar. La mediación trata de facilitar un espacio a las personas en conflicto, donde sea posible hablar y sentir que nos escuchan, donde sea posible la comprensión mutua de todas las razones, motivos, intereses necesidades.
La Mediación Familiar es un proceso confidencial y voluntario, las partes, cuando lo consideren necesario, pueden solicitar la suspensión del proceso de mediación. La duración del proceso suele estar alrededor de unas semanas.
Las estadísticas arrojan un porcentaje de éxito en la Mediación Familiar cercano al 90 %. En la Mediación Familiar los acuerdos son cumplidos por las partes en un porcentaje muy superior a las medidas impuestas por los jueces.
La Mediación Familiar se ampara por lo dispuesto en la Ley 1/2009 de 27 de febrero reguladora de la Mediación Familiar en el ámbito de la Comunidad Autónoma de Andalucía y en el Decreto 37/2012 de 21 de febrero.
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